A pesar de lo
escabroso de la escena capturada en la foto, uno no puede evitar un sentimiento
de solidaridad con la pareja, pues se trata de un gesto muy humano: abrazar a
alguien. En la imagen, el chico pareciera decirle a la chica a través de su
silencioso abrazo: “no temas, estoy aquí y no voy a ir a ningún lado si no es
contigo”.
El abrazo es una
manifestación no sólo de amor, sino de solidaridad y apoyo hacia el otro,
es la fuerza que muchos de nosotros necesitamos para seguir adelante, es el reconocimiento
de que solos no podemos enfrentar todas las adversidades, es la demostración de
afecto y cariño más poderosa del mundo. Si con un apretón de manos, somos
capaces de transmitir un sentimiento de bienvenida, con un abrazo entregamos el
corazón, nuestro apoyo incondicional, nuestra solidaridad hacia esa persona.
Es necesario que
empecemos a romper el viejo esquema de las formalidades, donde nos abstenemos
de abrazar a quienes son objeto de nuestro afecto por esa actitud de falso
respeto que a muchos de nosotros nos inculcaron desde niños. Si sacáramos por
lo menos un minuto al día para preguntarnos cuándo fue la última vez que
abrazamos a nuestros hijos, a nuestros padres o a nuestros seres más queridos,
muchos de nosotros, con toda seguridad, nos sentiríamos avergonzados.
Necesitamos tu
abrazo para curar las heridas de una sociedad que cada día se torna más
insensible ante el dolor ajeno; necesitamos tu abrazo para saber que a alguien
le importa el bienestar de los otros; necesitamos tu abrazo porque en las
garras del suicidio han sucumbido seres humanos maravillosos; necesitamos tu
abrazo porque la depresión se está convirtiendo en el mal de nuestro tiempo.
Piénsalo bien: ¿A
quién abrazarías antes del fin? piénsalo nuevamente: ¿Por qué no empiezas desde
ya?